martes, 18 de agosto de 2009

A propósito de Fedoseyev.

Según informa la agencia de noticias Europa Press, Vladimir Fedoseyev, director de la Orquesta Sinfónica Tchaikovsky de la Radio de Moscú (con la que actuó ayer en el Festival Internacional de Santander), ha lamentado la "poca atención" institucional de los países europeos hacia la cultura clásica y ha abogado por la fusión de la cultura seria y la popular, y por precios más bajos que posibiliten el acceso de los jóvenes a la cultura.
Por otro lado, el director manifestó algo de lo que, por desgracia, por estas tierras tenemos constancia desde hace tiempo. Me refiero a la decadencia de la "educación musical", un fenómeno que él hace extensible al resto de Europa, pudiendo observarse según sus propias palabras, incluso en Austria donde tienen una cultura clásica muy amplia.
Para leer la noticia completa:

Personalmente, creo que la política de precios es clave en el asunto, pero su peso específico es relativo. Por un lado es cierto que puede atraer a un público más joven e integrar a un buen sector de público adulto que, por motivos económicos (y no por falta de interés), se queda fuera. Sin embargo... también me surgen algunas dudas. Si sólo fuese cuestión de dinero, no es difícil encontrar alternativas "económicas" relacionadas con la música clásica. Pienso, por ejemplo, en como numerosos ayuntamientos (instituciones, entidades...) organizan conciertos y festivales con asistencia gratuita en iglesias y otros espacios públicos. Incluso se puede asistir a lugares "selectos" como el Auditorio Nacional por precios que rondan los 20 euros (o menos), mientras que el Teatro Real lleva desde hace tiempo con una campaña de descuentos para menores de 30 años que deja algunas entradas a precios irrisorios.
Sin embargo, conciertos de grandes estrellas del pop y el rock de nuestro tiempo reunen a decenas de miles de jóvenes (y no tan jóvenes) que han pagado sus entradas a precio de oro (rondando los 60 euros y subiendo). El motivo: "ver a Fulanito/-a merece la pena"; "es que Fulanito/-a no viene a España todos los días...", "¡Joé, es que es FULANITO/-A!". Bueno, tampoco es que William Christie o Fabio Biondi vivan en Torremolinos, precisamente, ni estén todos los días tocando en el Liceu o hagan giras por fiestas patronales. Casi nadie dice nada de los precios de los primeros, mientras que si pagas 50 euros por ver Orfeo y Eurídice tus colegas dicen que estás para que te encierren y además estás fomentando el mundo cerrado y elitista en el que se mueve la música clásica.
Otro tema, ¿los discos de música clásica son más caros que los "normales"? Veamos dos novedades... Último disco de Paulina Rubio ("Gran City Pop"): 14.95€ (Fnac, de oferta, en lugar de 18.75€). "Claudio Monteverdi: Scherzi Musicali", por La Venexiana: 16.56€ (Diverdi, de oferta, en lugar de 18.40€). Siempre hay excepciones, en los dos campos (más caros y más baratos), pero, a priori, no veo tanta diferencia (incluso el de Monteverdi era más barato 18.40€ frente a 18.75€).

La mayoría de los jóvenes de mi entorno (y me incluyo en la categoría de "joven") no se pasarían por un concierto de música clásica ni con la entrada regalada. Seamos sinceros, la concepción de la música clásica (y no sólo entre esos "jóvenes") es la siguiente: compuesta por gente con peluca y muerta (hace ya muuuuchos años), aburrida, para carcas con dinero... ¿sigo?. Vamos, que entre sus planes del viernes... ni se lo plantean. Mejor "probar" un concierto gratuito de música de las estepas siberianas (porque es exótico y demás), que acercarse a escuchar a Barenboim tocando a Beethoven en la plaza mayor del lugar. Y luego dicen que los jóvenes somos abiertos a probar cosas nuevas...
En resumidas cuentas, opino que la raiz de todo el problema se encuentra donde dice Fedoseyev (y otros muchos), en la educación musical. No comparto, sin embargo, su ataque contra la "música popular", creo que son dos cosas diferentes, pudiéndose disfrutar de igual modo con una, que con otra. Pero esto ya es otra historia...

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